lunes, 19 de agosto de 2013

OVNIS: Caso Kecksburg

En 1965, en el estado de Pensilvania, Estados Unidos, sucedió un hecho que hasta el día de hoy no puede ser explicado sin que existan contradicciones. Una gran bola de fuego que iluminó el cielo nocturno estalló creando un gran estruendo en las cercanías de Kecksburg. Miles de testigos  lo vieron caer. La policía acordonó inmediatamente la zona. La descripción del objeto era que tenía la forma de una bellota de 3 metros de grande. Un curioso objeto que por lo que se observaba, no tenía ni alas, ni motor, ni nada relacionado con las naves voladoras del momento
Después de localizar este objeto, dos hombres que se identificaron como agentes federales expulsaron a la policía local de la zona: "Esta zona está en cuarentena, deben salir de aquí" dijeron. Los expulsaron y cuando volvieron al pueblo, este se encontraba repleto de militares.
A partir de ese momento, el flujo de información se detuvo. El objeto extraño era ahora un meteorito, un artefacto de la nasa, un misil errado o un trozo de basura espacial. Las autoridades trataban de desacreditar con pistas falsas aquello que varias personas habían visto con sus propios ojos.
El reportero John Murphy, después de hacer un trabajo minucioso de investigación, y justo antes de publicar el reportaje fue abordado por dos agentes desconocido (vestidos de negro) John Murphy tuvo que variar  y eliminar cierto contenido de su reportaje.  A partir de ese momento, dicho periodista no realizo más investigaciones del caso, aunque se rumoreaba que investigaba en forma escondida. 2 años después, murió atropellado por un auto desconocido cuyo conductor abandono la escena. Nunca se enclareció dicho suceso.

Una teoría que surgió en ese momento fue la del satélite ruso que cayo cerca de Kecksbug, sin embargo se corroboro que el mismo había caído en Canadá con una diferencia horaria de 6 horas y a cientos de kilómetros de distancia. ¿Coincidencia?  Puede ser. Quizás el gobierno de EEUU esperaba encontrar un satélite de su más grande enemigo, sin embargo quizás encontró algo más importante. Nunca se puedo corroborar ninguna versión, ni la de los testigos, ni la versión oficial. 

domingo, 11 de agosto de 2013

La Atlantida - Primera Parte



El origen de la Atlántida, su cultura y sobre todo su localización, ha sufrido toda clase de propuestas, extravagantes algunas de ellas, que han llevado a sus gentes desde ser una sociedad avanzada tecnológicamente, incluso hasta por delante de nuestros tiempos, hasta ser una sociedad infinitamente rica, e incluso llegados de otro planeta. Sea como fuere, en algún punto de la tierra, desde las profundidades del mar, siglos de historia nos contemplan, ocultos donde nadie puede encontrarlos.
Fue Platón, hacia el 347 a.C. el primero y único que dejó por escrito la existencia del reino de la Atlántida en sus diálogos de Timeo y Critias, cuando hizo una descripción de ella como una isla extensa y llana en cuyo centro había una colina, que a su vez estaba rodeada de tres anillos concéntricos de mar. En la cima de la colina había un templo dedicado a Poseidón y Cleito rodeado por un muro enteramente de oro. A su lado, otro templo de Poseidón estaba hecho de plata. Dos fuentes manaban constantemente agua, una fría y la otra cálida. En el anillo más cercano vivían los más ricos y de alto status de su sociedad, y en el siguiente anillo los plebeyos. Más allá una extensa pradera repleta de aromáticas sustancias, hasta completar una isla “más grande aún que Asia menor y Libia juntas”… Como vemos, una descripción demasiado idílica como para resultar creíble, más aún cuando la descripción que hacía Platón la basaba en las historias de un ateniense, Solón, que decía haberlo escuchado de un sacerdote al que a su vez se lo había contado otro… Similares propuestas se hicieron para su desaparición, ya que según aquellos escritos, su sociedad se perdió en su propia decadencia y corrupción. Sus gobernantes quisieron expandirse y comenzaron una época de invasiones a las tierras cercanas, e incluso se contó que llegaron a dominar todo el norte de Africa, hasta Egipto. Tal ambición fue castigada por sus dioses con una explosión volcánica que arrojó ceniza y arrasó su civilización, para posteriormente ser destruida por un maremoto que la hundió en apenas 24 horas. Platón situó aquella tragedia alrededor del 9600 a.C. en un lugar que estaba “más allá de las columnas de Hércules”, muy cerca de las islas Canarias, una vez atravesado el estrecho de Gibraltar. Todas aquellas historia míticas tenían por fuerza que levantar las aspiraciones de muchos historiadores y estudiosos dispuestos a llevarse la gloria de ser quienes descubrieran los restos de aquella magnífica civilización.
Ciertamente su descubrimiento sería un hito en la historia; sin duda alguna, el mayor descubrimiento que pudiera hacerse, aunque desgraciadamente también sería el final de tantos siglos de leyendas. Son tantas esas teorías lanzadas, en cuanto a su localización, que a la Altántida se la ha situado desde el estrecho de Gibraltar, hasta en las cercanías de Islandia, o en las Azores, o como se dicen en las últimas teorías, las más aceptadas, en los alrededores de las Islas Cícladas.