En 1965, en el estado de
Pensilvania, Estados Unidos, sucedió un hecho que hasta el día de hoy no puede
ser explicado sin que existan contradicciones. Una gran bola de fuego que
iluminó el cielo nocturno estalló creando un gran estruendo en las cercanías de
Kecksburg. Miles de testigos lo vieron
caer. La policía acordonó inmediatamente la zona. La descripción del objeto era
que tenía la forma de una bellota de 3 metros de grande. Un curioso objeto que
por lo que se observaba, no tenía ni alas, ni motor, ni nada relacionado con
las naves voladoras del momento
Después de localizar este objeto,
dos hombres que se identificaron como agentes federales expulsaron a la policía
local de la zona: "Esta zona está en cuarentena, deben salir de aquí"
dijeron. Los expulsaron y cuando volvieron al pueblo, este se encontraba
repleto de militares.
A partir de ese momento, el flujo
de información se detuvo. El objeto extraño era ahora un meteorito, un
artefacto de la nasa, un misil errado o un trozo de basura espacial. Las
autoridades trataban de desacreditar con pistas falsas aquello que varias
personas habían visto con sus propios ojos.
El reportero John Murphy, después
de hacer un trabajo minucioso de investigación, y justo antes de publicar el
reportaje fue abordado por dos agentes desconocido (vestidos de negro) John
Murphy tuvo que variar y eliminar cierto
contenido de su reportaje. A partir de
ese momento, dicho periodista no realizo más investigaciones del caso, aunque
se rumoreaba que investigaba en forma escondida. 2 años después, murió atropellado
por un auto desconocido cuyo conductor abandono la escena. Nunca se enclareció
dicho suceso.
Una teoría que surgió en ese
momento fue la del satélite ruso que cayo cerca de Kecksbug, sin embargo se corroboro que el
mismo había caído en Canadá con una diferencia horaria de 6 horas y a cientos
de kilómetros de distancia. ¿Coincidencia? Puede ser. Quizás el gobierno de EEUU esperaba
encontrar un satélite de su más grande enemigo, sin embargo quizás encontró algo
más importante. Nunca se puedo corroborar ninguna versión, ni la de los
testigos, ni la versión oficial.
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